Sunday, June 5, 2011

El inmenso poder de un limitante

Sabemos en realidad qué efecto tienen nuestras palabras en los demás? Sabemos si un cumplido se tornará en un halago en los oídos de su receptor o si un insulto de verdad hará que alguien se sienta mal o si más bien, ante las palabras de aliento, la persona lo tomará como un sarcasmo y se ofenderá, o si un agravio será justamente lo que la persona esperaba?

Una de las maravillas de la comunicación verbal es que se le puede imprimir una entonación al habla, y es por eso que muchas veces podemos decirle a alguien "tonto" de varias formas diferentes y esta palabra puede variar en rangos desde insulto hasta cariño, pero antes que jugar con la entonación, quisiera más bien ahondar en la recepción del mensaje.

Cómo hacemos para conseguir que nuestro mensaje, lo que verdaderamente sentimos, llegue a su destino sin ser distorsionado por los sentimientos?

Encuentro muy gracioso el like de la web que dice algo así como "Relájate, es una solicitud de amistad, no una propuesta de matrimonio!" que aunque nos lleve a inmiscuirnos en el mundo de las redes sociales, nos conduce a través de un nuevo protocolo de interacción, pero cómo hacer con este, si ni siquiera estamos seguros del efecto que nuestras palabras, simples palabras, tienen en los demás?

Un saludo puede alegrarle el día a cualquiera, y en mis matrafuladas diarias, más de una vez le he agradecido a una que otra persona por decir "por favor" en un tono de voz más alto que el que acostumbro a utilizar, simplemente para implementar los buenos modales en la gente a su alrededor... Bien dice el dicho que "se le dice a Pedro para que entienda Pablo..."

A eso es a lo que me refiero. Muchas veces, el ser humano funciona como las mulas, y cuando se le dice que no, es sí, y cuando se le dice que sí, pues ya no. Y a más de un hombre he oído quejarse de que las mujeres trabajamos así.

Admiro muchísimo a las personas, tanto hombres como mujeres, que ante la adversidad, simplemente tragan y siguen, luchan, continúan, porque no se dejan vencer. Pero qué pasa con los que ocupan esas pequeñas palabras de aliento, que de vez en cuando necesitan armarse de coraje y simplemente no pueden porque no creen en sí mismos, porque nadie cree en ellos?

Cuesta tanto ser amigo? Cuesta tanto ser fiel? Una simple y pequeña palabra de aliento, un "sí puedes", un "ánimo", un "adelante", muchas veces es lo único que más de alguien que conozco necesita para poder avanzar, tomar las riendas de su vida y ser mejor.

Porque muchas veces, quizás  demasiadas, ese pequeño gesto de incredulidad, esa pequeña frase de imposibilidad, se puede convertir en el mayor abismo que una persona puede encontrar en su vida, en la resignación al fracaso, en la limitante para conseguir un sueño, en el agujero negro ante la adversidad.

Intento cada día que vivo, creerme capaz de hacer lo que quiera. Intento nunca decirle a un extraño que no es capaz, y cuando tenga hijos, intentaré ofrecerles la misma frase que talvez algún día me motivó a dar un giro en mi vida, a creerme más de lo que soy: "El límite es el cielo" porque ya hoy es mi oficina.

Pero les daré apoyo, y apoyo constante. Porque, de qué sirve grabar esa frase en sus mentes si no les digo que ellos pueden? Así como la gota de agua que erosiona la roca, así mismo se los haré saber. Más que por psicología inversa, por persistencia. Mis hijos podrán ser lo que quieran, y hacer lo que quieran y cuando quieran, porque ellos serán capaces, siempre, ellos podrán.

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