Thursday, June 9, 2011

La necesidad de meternos en lo que no nos importa


Parqueé hoy en un lugar que no me corresponde. Mi vecina de espacio, lejos de conocer el pacto que tengo con el encargado de seguridad de utilizar dicho espacio por la máxima de tiempo de 10 minutos para poder ir al baño y arreglarme antes de proceder a reubicar mi automóvil donde me está asignado parquear, se atribuyó la necesidad de informarme que posiblemente me iban a regañar. Fue esto necesario? Cuál fue la intención detrás de su acto, de poner un alto a su conversación telefónica para comunicarme una posibilidad que en dos años no ha llegado a suceder, debido al dichoso pacto clandestino?

Muchas veces nos encontramos en situaciones en las que asumimos que las personas tienen alguna necesidad, o creemos que por experiencia propia, las cosas deberían darse se cierta manera y no de otra. Creo que esto es parte del ser tico. Creo que nos tomamos esas atribuciones, esas ínfulas de grandeza de asumir que lo que nosotros digamos o hagamos es lo mejor para los demás. Y ante esa urgencia nos encontramos en un día con día ofreciendo consejos a desconocidos que no nos los han pedido, e imponiendo nuestra voluntad en los demás y todo, a cuenta de qué?

Yo también le he ofrecido un vaso con agua a alguien que estaba a punto de toser sus pulmones, cuando no me lo ha solicitado. Y bueno, muchos dirán que “qué detallazo!” pero no. Qué me dice a mí que eso era lo que ocupaba? Sí. También me lo han devuelto con mala cara… Ellos los grandes malagradecidos? O yo la gran metiche?

Algo tan sencillo como decirle a alguien salud cuando estornuda, es una falta de educación para la cultura japonesa. Por qué? Porque es un acto privado, una situación también privada, algo íntimo, propio y muy personal.

Es cierto que ese es un asunto cultural, pero la verdad es que este mundo sería muchísimo mejor si siguiéramos el dicho popular de “Si no tienes algo bueno que decir, mejor no lo digas” o simplemente “Dios, ayúdame a no meterme en lo que no me importa.

Acaso no viviríamos mejor todos en un mundo en que dejáramos a los demás vivir tranquilos, sin juzgar y sin señalar con el dedo? Bien podríamos dedicarnos a ayudar a los demás, sí, pero y si la gente no quiere ayuda? Yo no quería el comentario de la posibilidad de que me pudieran regañar… A ver, díganme, qué consiguió ella con su comentario? No era su espacio, y además, les cuento un detalle que se me olvidó, ella también estaba mal parqueada… Y ojo! Nunca me ofreció ayudarme ni a parquear, ni a encontrarme un nuevo espacio… Entonces???

Un acto muy simple, algo demasiado pequeño, pero sí, la hizo a ella sentirse grande, onmipresente, digna de dirigir a los demás, de molestar la paz interior de los demás.

Y a mí… A mí me dio de qué hablar…

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